Fascinante, exótica, sigilosa, todas o cualquiera de estas palabras sirven para definir a las plantas carnívoras. Esta especie, que posee extrañas hojas o ‘trampas’, atrapan a sus presas con una silenciosa seducción. Mayormente se alimentan de insectos y absorben de ellos los nutrientes para lograr un desarrollo exitoso.
Las Droseras Típicas y Dionaeas Muscipulas (Venus Atrapamoscas) son las plantas carnívoras con más ventajas para ser comercializadas. Esto debido a que son totalmente adaptables a los climas chilenos y a la facilidad de su cultivo. Si estabas buscando plantas que requieran poco espacio, esas son las carnívoras. Solo necesitarás un poco de sol indirecto por unas horas y nada más.
Dionaea Muscípula (Venus Atrapamoscas)
Esta planta carnívora posee las trampas del tipo activas. En ellas, hay pequeños disparadores que activan el cierre de estas. Si un mosquito está rondando cerca a la Venus Atrapamoscas, esta lo caza convirtiéndola en su merienda, y absorberá todos los nutrientes necesarios.
La Dionaea Muscípula, al igual que otras especies carnívoras, como las sarracenias, hibernan durante los meses de frío. Cuando entran a dicho estado toman podría parecer que murieron. Sin embargo, vuelve a desarrollar sus trampas cuando inicia la temporada primaveral.
Drosera capensis
Esta planta carnívora es posiblemente la más sencilla de cultivar. Las superficies de sus hojas contienen mucílago, un líquido viscoso generado para inmovilizar a sus presas. El método que utiliza la Drosera Capensis es del tipo semiactivo. Esto quiere decir que las hojas se activan al tener contacto con la presa, pero su reacción es más tardía comparada con el de la Dionaea Muscípula.
Recomendada para iniciarse en el cultivo de plantas carnívoras, las droseras son especies muy resistentes, a diferencia de otras plantas de este tipo. Los métodos de germinación a utilizar para la Drosera Capensis dependen de la estaciones del año. Sin embargo, dicha germinación es muy sencilla.
